Joan recuerda…
“Todavía no estaba en la secundaria cuando mi tío Harold; a la edad de 50 años, tuvo un accidente cerebrovascular grave que paralizó su lado izquierdo.
Pasó los siguientes 27 años, día tras día, siendo trasladado de su cama por la mañana a una silla mullida en la sala y de vuelta a su cama por la noche.
No pudo ir a las bodas de su hijo, el nacimiento de sus 5 nietos, todas las celebraciones familiares y las reuniones. Sus dientes se pudrieron y se cayeron porque no tenía forma de ir al dentista. Estaba atrapado en esa silla inmóvil día tras día.
Cuando mi tía se volvió demasiada frágil para cuidarlo, lo colocaron en un hogar de ancianos y murió ocho meses antes que mi tía.
Nadie necesita vivir así.Hoy, a diferencia de 1967, existen soluciones que restablecen la movilidad, devuelven el respeto y ayudan al individuo, así como a los que aman, a disfrutar de la vida al máximo.
No pude ayudar al tío Harold,
¡pero podemos ayudarte! ”-Joan Lincer
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